Recomenzar a partir de la piedad popular

Los obispos de Bielorrusia realizaron una visita ad limina al Dicasterio y dieron su testimonio sobre su realidad: una Iglesia que poco a poco vuelve a levantar la cabeza tras haber sido doblegada por 70 años de totalitarismo. Las cifras indican claramente que la Iglesia bielorrusa está en pleno renacimiento: basta pensar que en 1991, fecha de la desintegración de la Unión Soviética y por lo tanto del nacimiento de Bielorrusia como Estado independiente, apenas había 110 parroquias católicas y 60 sacerdotes en todo el país. Hoy en día, la Iglesia bielorrusa está formada por una arquidiócesis y tres diócesis sufragáneas, con un total de más de 500 parroquias y otros tantos sacerdotes.

Sigue siendo una comunidad minoritaria dentro del país (sólo el 14%), pero es viva y dinámica. Esto queda demostrado por el gran florecimiento de movimientos locales y asociaciones laicales que han surgido en los últimos 20 años. Los obispos informaron sobre la situación de las familias en su país donde, desgraciadamente, uno de cada dos matrimonios termina divorciándose, porcentajes que llegan al 70% entre las parejas jóvenes. Sobre el tema de la vida, los prelados además comunicaron los números alarmantes de niños que nunca nacieron debido al aborto generalizado. Para fomentar la esperanza, mostraron el trabajo que la Iglesia Católica, en coordinación con otras confesiones religiosas, está haciendo para poner fin a la cultura desenfrenada de la muerte. Por ejemplo, el hecho de haber logrado crear un espacio, aunque sea pequeño, para una presencia discreta de centros de asesoramiento familiar en algunas clínicas de Bielorrusia -donde, hasta la 22ª semana de gestación, todas las mujeres pueden solicitar y obtener legalmente una interrupción del embarazo- ha significado que muchas mujeres tuvieran la oportunidad de tomar la decisión de acoger la vida de sus bebés.

Los obispos aseguraron la participación de algunas de sus familias en el próximo Encuentro Mundial de las Familias en Dublín 2018, así como una representación de sus jóvenes en las JMJ de Panamá.